lunes, 28 de abril de 2008

Las mentiras uhmmmmm

Las mentiras dicen más de una persona que las verdades. Las mentiras te dicen lo que las personas quieren ser, mejor que lo que son. Las mentiras son sueños, las mentiras son fantasía. ¿Quién quiere vivir una realidad cuando puedes vivir una mentira?

Desde la niñez, el deseo de mentir se hace evidente. Los niños mienten imaginándose cosas, mienten imitando a sus padres, mienten al exagerar las cosas, mienten para ser aceptados en su nucleo social, mienten para evitar el castigo, mienten para ser recompensados, mienten con el fin de desquitarse.

A medida que el niño crece, el habito de mentir es algo que se va quedando atrás. Pero en muchos casos, el hábito de mentir se convierte en una costubre a medida que el niño llega a joven y luego a adulto. Toda persona en algún momento de su vida miente, aunque luego se resienta.


Un complejo de inferioridad en el joven o adulto, le puede hacer víctima de la mentira con el fin de impresionar a otros.
La persona adicta a las mentiras o el mentiroso crónico, llega al extremo de creer sus propias mentiras. Las mentiras son madres de mentiras, es decir, una mentira lleva a otra mentira, con el fin de ocultar la primera.

El mentiroso es un individuo que experimenta un desajuste de personalidad y un desorden de carácter que lo motiva a sentirse inseguro de sí mismo y a refugiarse detrás de las apariencias.


Para reflexionar sobre las mentiras:

Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti.

El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera.

Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver
De vez en cuando di la verdad para que te crean cuando mientes.
Más rápido se coge al mentiroso que al cojo.
Las mentiras más crueles son dichas en silencio.
Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve.
Un vaso medio vacío de vino es también uno medio lleno, pero una mentiras a medias, de ningún modo es una media verdad.
El castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad

A quien perjudica la mentira:

La mentira puede hacer daño al destinatario pero en última instancia a quien más perjudica es al mentiroso, ya que le convierte en una persona poco fiable, indigna de confianza y carente de crédito.

Tipos de mentiras:

La hecha en forma esporádica (todos alguna vez mentimos) y espontánea (¿Hay mentiras piadosas? Esa es la pregunta que todos nos hacemos, y quien justifica la mentira hace suya la frase de que "el fin justifica los medios")

La evolutiva, que comienza en la niñez y es reforzada por los padres/madres (de niño)

La que se dice como producto de un padecimiento sintomático (para obtener atención gracias a la creación de un falso personaje que nos dá brillo y es para mejorar nuestra propia autoestima, inventando logros y consecuciones personales )

La efectuada como conducta repetitiva. Esta es la mitomanía, en la que se vive para y por la mentira. es la complicada y la quie lleva a la mentira compulsiva.


Por qué mentimos?
Determinadas personas, en algún momento, aprenden a eludir sus responsabilidades mintiendo. Si lo realizan durante mucho tiempo, la mentira termina convirtiéndose en hábito, apareciendo de este modo un trastorno psicologico serio que le impide controlar su comportamiento , donde la mentira acaba dominando al individuo.

La mentira se da también porque el sujeto obtiene cierto placer, se siente de alguna forma más listo que los demás. El hecho de correr cierto riesgo favorece la aparición de una elevación de adrenalina y cierto placer asociado al riesgo. Recibe el beneficio secundario que supone el no afrontar el acto realizado. Sin embargo cada mentira, además puede llevar asociada que la persona se vea obligada a unirla con otras nuevas. Por ejemplo, una persona dice a su doctor que le duele el estómago para evitar acudir a su trabajo. El médico le remite al especialista y éste le realiza una prueba muy dolorosa que consiste en introducir un tubo por la garganta hasta el intestino. Finalmente la conducta ficticia inicial lleva al paciente a un dolor real de garganta y a lo mejor a la pérdida de su trabajo si su jefe descubre el invento.

Tambien otra causa está relacionada con la autoestima. Llevados por la inseguridad y desconfianza en nuestra capacidad de ser aceptados tal como somos, podemos caer en la tentación de adornar aquí y allá nuestra historia y nuestras habilidades de forma que causemos una impresión favorable en las demás personas. Esta es quizás el origen de la mentira que más se está generalizando en nuestro tiempo en la que la imagen superficial y la búsqueda de estereotipos y cliches socialmente aceptados se está imponiendo.

Cual es la cura del mentiroso...?
La cura del mentiroso es sustituir la mentira por la búsqueda de la excelencia. Reconociendo su necesidad de brillo y atracción dedicarse con firmeza a mejorar sus méritos verdaderos y su curriculum (profesionales, de cultura, relaciones interesantes, etc.) con suficiente persistencia (porque si ha caído en la mentira es por impaciencia), con paciencia -y a veces como una hormiguit-a y seguridad (garantizando con pruebas evidentes las suposiciones).
Jugar limpio, ser naturales, es el mejor camino para ser aceptados por los demás. Lo primero es que nos acepten aun siendo humildes y mediocres. Una vez conseguida esta aceptación básica entonces se pueden intentar el asalto al mérito, que ya no será un mérito agresivo (de esos que aunque la persona valga mucho nos da igual porque nos cae antipática) sino un afán de darnos más, de buscar una mayor cualidad, de jugar más fuerte, una activa entrega para participar, colaborar, sugerir y animar la vida familiar, los equipos de trabajo, los grupos de amigos o la excelencia profesional.


Basta ya de las mentiras.



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